CIUDAD DE MÉXICO (Reuters).- La amenaza de Donald Trump de cerrar la frontera sur de Estados Unidos si México
no detiene toda inmigración ilegal ha expuesto las limitaciones de la
estrategia del nuevo gobierno mexicano de tratar de apaciguar al
presidente norteamericano mientras se prepara para buscar la reelección.
En medio de un aumento en las detenciones de inmigrantes en la
frontera sudoeste de Estados Unidos, Trump dijo que esta semana cerrará
la frontera de 3200 kilómetros, o secciones de ella, si México no frena
el flujo de personas. Sus palabras fueron una bofetada a Andrés Manuel López Obrador
, que se niega a responder a los comentarios provocadores de Trump. En
cambio, el líder mexicano ha trabajado para consolidar su base de poder
combatiendo la pobreza con ayudas sociales y criticando a sus
predecesores por corruptos.
Pero México enfrentaría consecuencias "increíblemente perjudiciales"
con un cierre de la frontera, lo que llevaría a López Obrador a un nuevo
territorio incómodo, dijo el exsecretario de Relaciones Exteriores de
México Jorge Castañeda. "No está familiarizado con los asuntos
internacionales. Preferiría no tener que preocuparse por estas cosas",
agregó.
López Obrador ha mostrado poco interés en asuntos internacionales y
la diplomacia. A menudo ha dicho que "la mejor política exterior es la
política interna". Pero como destino del 80% de las exportaciones,
Estados Unidos le ofrece a Trump mucha influencia para ejercer presión a
través de la frontera.
Los expertos dicen que la demanda de Trump no es realista. Sin
embargo, México ha señalado que redoblará los esfuerzos para contener la
migración, que proviene en gran parte de tres países pobres y violentos
de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador. El canciller
mexicano, Marcelo Ebrard, dijo que no creía que Trump estuviera
exigiendo un alto absoluto al flujo de migrantes, que ha llegado a
millones en la última década. "Lo que sí se puede hacer es un mejor
trabajo de registro y regulación [migratoria]", dijo Ebrard a Reuters.
"Están pidiendo que apliquemos lo que dijimos que haríamos".
El gobierno mexicano se ha comprometido a frenar la migración
abordando las causas fundamentales, vigilando mejor a las personas que
ingresan a México y adoptando un enfoque más humano del fenómeno.
A cambio, López Obrador ha tratado de obtener la ayuda de Trump para
abordar los problemas de América Central, que según críticos ha quedado
marcada por una historia de desordenadas intervenciones de Estados
Unidos. El jueves pasado, López Obrador dijo que la migración era
principalmente un asunto de Washington y de la problemática en
Centroamérica, lo que refleja la opinión de que México no puede ayudar a
interponerse entre los países en dificultades y la nación más rica del
planeta.
Los arrestos en la frontera se dispararon con el actual presidente de
Estados Unidos. Según proyecciones de la Patrulla Fronteriza y de
Aduanas de Estados Unidos proporcionadas al gobierno mexicano, más de
90.000 detenciones se registrarían durante marzo. Esto representa un
aumento de más del 140% desde marzo de 2018 y un salto de siete veces
desde 2017.
López Obrador está enviando menos migrantes a casa. En
diciembre-febrero, los primeros tres meses de su administración, la
cantidad de deportaciones bajó un 17% respecto del año anterior a
19.360, según datos del Instituto Nacional de Migración. La caída
refleja en parte la decisión del gobierno de emitir visas humanitarias
para alentar a los centroamericanos a permanecer en México.
El choque ilustra el error de cálculo de López Obrador al pensar que
podría contener la hostilidad de Trump hacia México de cara a las
elecciones de Estados Unidos en 2020, dijo Agustín Barrios Gómez,
miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). La
tensión era inevitable, dado que la postura firme de Trump sobre la
inmigración ilegal es "antagónica de inmediato" para el principal sector
del electorado de López Obrador: los mexicanos más pobres que a menudo
buscan mejorar su suerte en Estados Unidos.
Un cierre sería "muy negativo para ambos países", dijo la
subsecretaria mexicana de Economía, Luz María de la Mora, que vio los
comentarios de Trump como parte de su campaña electoral. "Yo creo que la
administración en Estados Unidos y los asesores en la Casa Blanca saben
que no es una buena idea".
Pero si llegara el momento de
empujar, México sufriría más, dijo Castañeda. "Para los mexicanos es un
problema de vida o muerte. Para los estadounidenses es un dolor en el
trasero, pero eso es todo", afirmó.
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