Daniel Karam |
El presente escrito expone la violencia que
surge por parte de las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social y
Sindicato hacia los/as trabajadores a través de prácticas institucionales represoras, Hemos puesto el acento en los abusos
infligidos directamente por servidores públicos sobre otras y obviamente, el
abuso institucional mediante demandas: ese abuso, es complicidad, apatía u
olvido de gran envergadura y gravedad por parte del ejecutivo federal,
múltiples denuncias se le hicieron llegar. En cuanto a la institución, vemos
que se nos ha abierto un gran abanico de estos abusos, mas de 6000 a 8000
sancionados, mas todos los rescindidos y aquellos que hemos interpuesto
demandas. Como demandantes a diario tenemos trato con el Estado a través de sus
poderes; la empresa como empleador y
proveedor del servicio de salud etc.; el sindicato en sus también
variados roles, tomándolo tanto como una organización de trabajadores o
profesionales, también lo hemos tenido como militante o miembro de algún
partido político, pero siempre con algún tipo de poder, aunque representemos a
la misma organización, ese poder lo obtienen gracias a las aportaciones o
cuotas sindicales que con sacrificio aportamos durante todo nuestra vida
laboral y como jubilado también se nos descuenta (lo puedes constatar en la
cedula de datos y que posteriormente no aparecen registrados como deducción en
tu tarjetón de pago); y así, como todo
tipo de organización que seamos capaces de imaginar, hasta aquí, las más
obvias; Con lo dicho, podemos ya
establecer nuestro propio criterio:
En primer lugar, que no existe otra división
en el Instituto Mexicano del Seguro Social que la funcional. Quienes como
trabajadores actuamos como víctimas y
como trabajadores alternativamente, ejercemos la violencia institucional.
En segundo lugar, basados en la amplitud del
campo como institución que hemos abordado, veo conveniente que establezcamos
que lo determinante para que tenga lugar la situación sobre la que queremos
reflexionar, es que existe en la relación gubernamental, institucional,
sindical y judicial (JFCA) un intercambio comunicacional de complicidad; en la
que hay una pauta de autoridad y sindical, consecuentemente, una de
sometimiento hacia la planta laboral.
Lo considero así, analizando algunas
interesantes pautas de la comunicación y sus implicancias desde el punto de
vista relacional.
Por ello, creo oportuno abundar en ejemplos
lo que todos conocemos o vivimos a diario. Ya sabemos que la violencia
institucional se expresa a través de legislaciones injustas como la laboral, a
través del abuso y del hambre, a través del desconocimiento de derechos, o
también a través de la descalificación basada en prácticas no adecuadas o
legales pero con la suficiente fuerza y autoridad.
"El peligro de disfrazar un juicio moral
(hazlo por el paciente) con la autoridad legal... es una trampa importante. Es
una trampa, porque atribuimos a la moral más autoridad que la que merece la
legal. Lo hacemos por dos razones. Una es que muy pocos de nosotros
desconocemos nuestras limitaciones del riesgo legal al que nos sometemos, hazlo
por el paciente nos han dicho nuestros jefes y sindicato. La otra es que
dependemos demasiado de la autoridad institucional y sindical en general"
y desconocemos el riesgo legal al que nos exponemos. Considero a éste un
interesante aspecto de la violencia institucional que raras veces percibimos y
que, sin embargo, tiene importantes consecuencias.
Sin embargo, establecido el contexto, lo que
más me interesa, es contribuir a que valoremos algunas características de la
violencia institucional, ya que la diferencian en lo individual la hacen más
dañina y destructiva.
Una de ellas cuando se produce el daño es la
sensación de soledad, impotencia, coraje, amargura. Frente a la verdadera cara
que nos muestra el monstruo del Gobierno, sindicato y de la institución, uno se
siente insignificante y, al mismo tiempo, mirando alrededor no suele uno
encontrar en qué ni en quién apoyarse. Existe como un pacto callado por el cual
todos parecieran solidarizarse con el más fuerte; tal vez, por instinto de
supervivencia. Lo más que podemos lograr generalmente es alguna adhesión
puramente declarativa (estamos contigo).
Otra es la sensación de impotencia. En los
enfrentamientos personales, existe siempre una posibilidad de victoria,
aclarando que esta se daría a lo largo de más de 5 años de desgaste económico,
físico y moral. En todo caso, funciona la ley del más fuerte y cualquiera de
los contendientes puede serlo en determinado momento. En lo institucional, uno
es, frente a la institución, siempre el más débil. No tiene chance te enfrentas
al poder comunicacional, económico y relacional.
En tercer lugar, no se aplica la ley de
causalidad. En estas relaciones individuales, suele funcionar la vinculación
causa-efecto entre el instituto y trabajador. 'Si te sientes agredido por mi
(demandado), tú me agredes' no tiene limites. Aunque el efecto no sea deseado,
es previsible y normalmente sabemos a qué atenernos por el poder que tienen a
los que nos enfrentamos. La violencia institucional aparece como irracional;
carente de un motivo que le de origen a esa forma deslamada de actuar en los
juzgados, mienten a sabiendas de saberse protegidos (demanda en la Junta
especial Nº 8 con el Nº de
expediente 1679/2009) confunden la leche
con la magnesia, una categoría autónoma con una categoría escalafonaría, el articulo
42 con el 43 del reglamento de escalafón, como es que fui jubilado como
menciona el art. 42 de escalafón como dice se hará constatar que el movimiento
se hará interino y contando con una demanda laboral, junta especial Nº 25 foja
210 declara incompetente a la JFCA Nº 42 presentándola como junta especial Nº
25
Así como aparece sin fundamento, tampoco
tiene lógica; y entonces se producen aquellas comunicaciones contradictorias
del tipo de "tiene razón, pero se dio una resolución gracias al poder y
relaciones que ellos representan". La víctima no encuentra un correlato
lógico ni legal tantos años.
Ello, sin hacer mención del cinismo implícito
en el que suele presentarse también bajo el siguiente argumento no hay personal
hazlo por el paciente: 'es por su bien; al tiempo que nos les están causando un
perjuicio a menudo irreparable al trabajador y paciente.
Pero de las características de la violencia
institucional la que me parece que la hace más terrible mirada desde el punto
de vista de la higiene mental, es la siguiente: Si lo vemos como una respuesta
a la definición de nosotros mismos que damos a través de nuestra vida y
nuestros actos, la violencia institucional actúa bajo la modalidad de
descalificación la cual nos lleva a la siguiente conclusión.
En lo individual la violencia, la situación
generalmente se plantea como una respuesta de rechazo por los mismos
compañeros, la respuesta es: "no existes".
Así, son de extrañar las reacciones tremendas
y tan generalizadas de violencia desde siempre internamente en esta
institución. Creo que el noventa por ciento de las páginas de la historia se
refieren a reacciones violentas en respuesta a acciones institucionales del
mismo tipo.
Y ahora, a pesar de la característica de
estas memorias, lo que significa que ni remotamente se pretende agotar el tema,
he sabido de casos recientemente muy graves, peores a los nuestros, no quisiera
terminar sin considerar otras dos cuestiones: el origen de esta violencia y una
consideración sobre la posibilidad de superarla.
Dicen las Escrituras que la violencia
engendra violencia, lo cual es real y evidente. ¿Existen alguna posibilidad?
Soy optimista por naturaleza, la fuerza
positiva, la fuerza de la vida, es siempre más poderosa que la negativa, la del
mal, la de la muerte.
Solo hace falta que leamos y reflexionemos
con atención sobre algunas situaciones que se están dado internamente y que expondré
a continuación
Desigualdad de oportunidades.
Discriminación.
La imposibilidad de abordaje de situaciones
de riesgo.
Vulneración de la dignidad de los sujetos
(ridiculización, humillación, etc.).
Separación del núcleo familiar.
Lista de espera en situaciones de emergencia (Demandas
ante la CNDH como ultimo recurso).
Falta manifiesta de preparación de personal
que afecta al buen trato.
Supervisión inadecuada que repercute en un
trabajo de poca calidad y riesgo para el personal y pacientes, ejemplo lo
sucedió en la UMAE 71 DE Torreón Coahuila atentado o negligencia administrativa
por falta de mantenimiento en la unidad,
la ley de la tela adhesiva que todo lo
arreglaba.
Exceso de trabajo que incide negativamente en
la atención adecuada de los pacientes.
Programas que no cumplen los niveles mínimos
de seguridad y calidad en el servicio.
Recursos escasos y en ocasiones nulos para
responder a las necesidades.
Profesionales en condiciones laborales precarias
que inciden negativamente en los sujetos o pacientes.
Centros o Instituciones de salud, que no
garantizan los mínimos de seguridad exigidos.
Obstaculización y situaciones adversas al
progreso personal del sujeto.
...la historia nuestra historia, lejos de
concluir, no ha hecho sino empezar".
ATTE: T.R. GERARDO RAFAEL FLORES HERNANDEZ
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