EL ARTE DE COMER SAPOS SIN HACER GESTOS.
¡FUERA! ¡FUERA! LE GRITABAN.
De anécdota está la participación de Luis Enrique Martínez Ventura durante la reciente visita
de Andrés Manuel López Obrador a Valle de Chalco, por el evidente
rechazo del que fue objeto por la militancia que le gritaba fuera,
cuando hizo su participación, pues estaba acostumbrado a la aceptación y
el respeto, no al rechazo público en un evento por demás masivo y
frente a figuras tan importantes del ámbito político, como es el caso
del propio candidato presidencial, así como los líderes estatales del PT
y de Morena.
Evidentemente incómodo aguantó lo mejor que pudo la vergüenza pública, mientras a sus espaldas los actores políticos presentes trataban de disimular, primero su sorpresa y después su satisfacción por ver a una figura como él pasar por un momento por demás bochornoso.
Fue el propio López Obrador quien tuvo que intervenir para calmar de manera momentánea los ánimos de gente que le decía todo tipo de cosas, porque el motivo es viejo y que el propio líder moral de Morena desconoce.
Luis Enrique Martínez Ventura representa al PRI del cual se sintió en su momento orgulloso, lo trae en su ADN y es un estigma que viene cargando, por el desgaste de su misma figura política que trata de reinventar para no quedarse en el baúl de los recuerdos, sin embargo en el camino va debiendo varias facturas pendientes, con muchos actores políticos que en su momento fueron víctimas de su poder.
El enojo en sí, de lo cual tenía razón AMLO, es porque lo designaron candidato, llegando a este punto por negociación y acuerdo político, a través de triquiñuelas para acceder a dicha postura, porque su perfil no va de acuerdo a lo que pregona Morena y muchos personajes dentro de este partido trabajaron duro para ser tomados en cuenta, cosa que no sucedió, por privilegiar a políticos que ya no tienen la representatividad de antaño y venden espejismos, lo que pone muy enojada a la gente que tiene que trabajar una vez más para que ellos tenga un puesto.
Cuando lo designaron candidato les tocó a los referentes como se dice coloquialmente “tragársela”, porque la mayoría de ellos vienen de una experiencia en dónde él no los dejó crecer por aspiraciones personales y de grupo, tuvieron que salir de ese partido para buscar la oportunidad de participar, que de nuevo se les vio negada, por otorgarle el puesto al mismo personaje, al que siempre le he reconocido el talento que tiene para salirse con la suya y no es porque sea el “diablo” o no tenga cualidades, la cuestión es que esto se convirtió en una especie de dictadura en donde ciertos personajes son privilegiados por los partidos y la borregada los sustenta con sus votos.
Es por eso el escarnio público y directo de parte de la militancia, que en un acto de unidad espontaneo le gritó en su cara que no lo quieren. Ahora sí le tocó comer sapos, sin hacer gestos.
Al margen
Y él se reirá a sus anchas, cuando una vez más lo lleven al poder. Nadie sabe para quién trabaja, porque el que ríe al último, ríe mejor.
Evidentemente incómodo aguantó lo mejor que pudo la vergüenza pública, mientras a sus espaldas los actores políticos presentes trataban de disimular, primero su sorpresa y después su satisfacción por ver a una figura como él pasar por un momento por demás bochornoso.
Fue el propio López Obrador quien tuvo que intervenir para calmar de manera momentánea los ánimos de gente que le decía todo tipo de cosas, porque el motivo es viejo y que el propio líder moral de Morena desconoce.
Luis Enrique Martínez Ventura representa al PRI del cual se sintió en su momento orgulloso, lo trae en su ADN y es un estigma que viene cargando, por el desgaste de su misma figura política que trata de reinventar para no quedarse en el baúl de los recuerdos, sin embargo en el camino va debiendo varias facturas pendientes, con muchos actores políticos que en su momento fueron víctimas de su poder.
El enojo en sí, de lo cual tenía razón AMLO, es porque lo designaron candidato, llegando a este punto por negociación y acuerdo político, a través de triquiñuelas para acceder a dicha postura, porque su perfil no va de acuerdo a lo que pregona Morena y muchos personajes dentro de este partido trabajaron duro para ser tomados en cuenta, cosa que no sucedió, por privilegiar a políticos que ya no tienen la representatividad de antaño y venden espejismos, lo que pone muy enojada a la gente que tiene que trabajar una vez más para que ellos tenga un puesto.
Cuando lo designaron candidato les tocó a los referentes como se dice coloquialmente “tragársela”, porque la mayoría de ellos vienen de una experiencia en dónde él no los dejó crecer por aspiraciones personales y de grupo, tuvieron que salir de ese partido para buscar la oportunidad de participar, que de nuevo se les vio negada, por otorgarle el puesto al mismo personaje, al que siempre le he reconocido el talento que tiene para salirse con la suya y no es porque sea el “diablo” o no tenga cualidades, la cuestión es que esto se convirtió en una especie de dictadura en donde ciertos personajes son privilegiados por los partidos y la borregada los sustenta con sus votos.
Es por eso el escarnio público y directo de parte de la militancia, que en un acto de unidad espontaneo le gritó en su cara que no lo quieren. Ahora sí le tocó comer sapos, sin hacer gestos.
Al margen
Y él se reirá a sus anchas, cuando una vez más lo lleven al poder. Nadie sabe para quién trabaja, porque el que ríe al último, ríe mejor.
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