La toma de posesión del presidente López Obrador este 1 de diciembre de 2018 tiene una infinidad de lecturas.
Una de ellas es preguntarnos qué pensaba a cada paso mientras hablaba
y cómo se puede entender eso, cómo pueden tomarse las palabras
expresadas.
Veamos.
-Al dirigirse al Congreso de la Unión (tal vez evocando que la vez
anterior que se plantó ahí mismo fue en una circunstancia nada feliz,
injusta: durante el juicio de procedencia promovido en su contra por el
presidente Fox) no dijo nada verdaderamente nuevo, recopiló lo que ha
venido diciendo en la transición, en la campaña o desde siempre.
-Corrijo: sí mencionó una novedad, lo que según él le dijo el ciclista que lo abordó rompiendo el cerco durante su traslado: “tú no tienes derecho de fallarnos”.
En primer término, eso fue saliéndose del script ((bueno, ya se había salido, pues a la protesta misma le añadió por primera vez en la historia la palabra “democráticamente”).
Eso lo logró y bien. Enseguida mandó el mensaje de cuánto estima el
mandato popular. También lo logró bien. Pero lo que no controló es que de la anécdota se desprende la escalofriante inseguridad que hay en torno suyo. Una modalidad que ha defendido olvidando que, así, pone en peligro nada menos que su acariciado proyecto.
-Siguiendo con mis correcciones, hubo otra novedad: mencionó por su nombre a un secretario de Estado (él lo llamó “ministro”): Antonio Ortiz Mena
como ejemplo de funcionario –primer colaborador al interior de un
régimen mencionado en un discurso de estos que no es héroe, no fue un
jefe de gobierno, no es un pensador a quien se cita-, por haber
mantenido en lo más alto el índice de desarrollo de México.
Eso es cierto. Solo que hay dos problemas en ello. Uno, político: se
trata del secretario de Hacienda del presidente más consistentemente
condenado por la historia de México (eso porque a Porfirio Díaz ya se le
perdonó), Díaz también, Ordaz. Justo en el cincuentenario de su represión violenta hacia el estudiantado inerme.
El otro problema es con los dichosos mercados. Ortiz Mena fue un
arquitecto del “desarrollo estabilizador”, ¿quiere decir que se pretende
volver a ese esquema? Eso, y la reiterada descalificación del
neoliberalismo, bajo la sombra de las ya varias caídas de mercados, ¿qué
tanto no se quiso controlar con el discurso? O ¿hasta dónde se quiere
llegar por ese camino?
-Fue claro que el presidente quiso dejar bien a salvo en su discurso
ya sea al expresidente, a los funcionarios salientes a quienes “no se
fincarán cargos”, a las fuerzas armadas, en fin… pero tal parece que
tampoco controló que –bajo los temores existentes sobre respeto a la
independencia de poderes- no hizo mención del poder judicial.
-Adquirió entre otros dos graves compromisos: uno, que en 3 años
quedará listo el nuevo aeropuerto; el otro, que bajará a mediano plazo
el costo de la gasolina ¿eso tenía pensado? o ¿lo dijo al calor de que
la oposición se lo exigió a gritos y él, llevado quizá por su consabido
impulso contestatario, respondió: ”… los que subieron la gasolina,
¡ahora piden que se baje!”?
-Desintegrado el Estado Mayor Presidencial por él mismo, otra primera vez en la historia: no vimos al militar de alto rango a sus espaldas
y auxiliándolo en el pase de las cuartillas del texto, tampoco altos
mandos de las fuerzas armadas sino que vimos –simbólicamente- a tres
cadetes, uno por el Ejército, una por la Marina Armada de México y otro
por la Fuerza Aérea (eso independientemente del entusiasmo causado en
las redes por las personas ahí seleccionadas).
CURIOSIDADES
– AMLO se presentó con corbata del color de su partido;
hasta el mismo Peña Nieto carecía de corbata de ceremonia y casi
sugería con la suya el color de Morena (sí), mientras que Muñoz Ledo,
siendo morenista, lucía a todo lo largo ¡el color del PRD!
-Por primera vez que se recuerde el expresidente,
mientras su sucesor disertaba, hacía comentarios, acompañados incluso de
movimientos de brazo, en este caso con el senador Batres (como si le
dijera: “¡óilo!”). Pero lo más relevante es que las declaraciones en
turno le eran desfavorables justamente a él. Inédito.
APUNTE FINAL
El afamado ciclista gritó algo infinitamente más elocuente –y conmovedor- que lo que recuperó AMLO: “en ti confiamos”, le dijo.
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