Escribo esta publicación sin dormir en la madrugada, después de una larga y dolorosa noche. Una noche que se quedará en mi memoria.
El día comenzó muy bien con un foro organizado por el Frente Amplio contra la Supervía para festejar los dos años de resistencia pacífica en un plantón que no ha dejado entrar las máquinas a su colonia. Ahí, el Arquitecto Enrique Ortíz habló de la Carta por el Derecho a Ciudad como base para entendernos en esta gran megalópolis. Sus palabras enseñan que efectivamente hay un nuevo grupo de personas de la sociedad civil que están muy por adelante de los gobernantes.
Si en la mañana pensaba que los gobernantes estaban atrasados, por la noche me demostraron que esta Ciudad, que se precia de ser democrática, está retrocediendo en la protección de derechos humanos básicos.
A las 11:45 pm nos llamaron para avisarnos que había muchos granaderos que subían por Luis Cabrera. Yo vivo ahí, así que me asomé a la ventana y ahí estaban. Ya hacía tiempo que pensábamos que algo así podría pasar.
El Gobierno del Distrito Federal (GDF) necesita urgentemente terminar sus obras porque se acaba el sexenio. El lunes pasado, en una conferencia de prensa, el Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard confesó que tenían que acabar antes de que el amparo se decidiera para “pedir perdón antes que pedir permiso”. El GDF tiene prisa, mucha prisa por terminar una obra atrasada y, sobre todo, cuestionada.
Granaderos comenzando a empujar |
Supusimos, ingenuamente, que el GDF no iba a reprimirnos, que nos iba a respetar. Pero se nos olvidó que ya las elecciones pasaron y el costo político se minimiza.
Planeado como si fuera la toma de un cuartel, los granaderos sellaron Luis Cabrera desde Periférico hasta San Jerónimo. Sólo 25 personas logramos llegar a la Glorieta. A los demás vecinos, los granaderos no los dejaron pasar, cerrando sus calles al tránsito. Nadie se podía acercar porque toda comunicación se cortó entre nosotros en la Glorieta, San Jerónimo Lídice y San Jerónimo Aculco.
Comenzamos a gritar lo que estaba pasando. Se acercó personal del GDF a preguntarnos qué queríamos; cuando les pedimos los permisos nos dijeron que ellos no los necesitaban, cuando les pedimos sus nombres ninguno nos lo dio, menos Berenice Téllez quien trabaja para el Subsecretario Hernández Llamas. Ese personaje que según Marcelo Ebrard lo “corrió” por haber aceptado a Peña Nieto pero que sigue trabajando para la Supervía por parte del gobierno.
Así que estas 20 personas estábamos aisladas. En un momento, los granaderos arremetieron contra nosotros. A mi esposa la comenzaron a golpear y me puse entre ella y los escudos, entonces a mi me comenzaron a golpear. Pudimos acercarnos a un árbol y nos agarramos de él, con la última esperanza de no dejarlo ir, el árbol nos ayudó con su corteza sabedor de que ahora su suerte está echada. Morirá talado o sufrirá el estar bajo un techo de cemento que trasmina plomo y otros metales plagándolo hasta encontrar su fin.
A 10 granaderos por persona, y con golpes nos fueron separando del árbol. En un momento, mi esposa gritó que la estaban desnudando, y me abalancé para rescatarla. Ahí nos quedamos tirados en el suelo, siendo pateados por los granaderos. A mi esposa la cargaron mientras que yo seguía en el suelo sufriendo las patadas.
Me comenzaron a arrastrar. Mi espalda se estaba raspando mucho y me agarré de un brazo de una granadera. Su uniformes parecen ser de poca calidad puesto que la manga de su chamarra se desgarró hasta dejarle el brazo descubierto. Eso los hizo enojar. Ahí me soltaron y mientras un granadero me golpeaba en los testículos, otro granadero me jalaba de los pelos. Me siguieron arrastrando. Con esos golpes, perdí mi celular y mis llaves.
En un momento me intentaron poner de pie. Opuse resistencia y volvieron al ataque con patadas en la espalda y testículos. En vilo entre 5 granaderos me levantaron sin dejarme de patear. Probablemente los golpes con mayor saña y desprecio que recibí era de los granaderos del sexo femenino. Quizá el entrenamiento a ellas involucre cosas más desagradables.
Finalmente me sacaron de la glorieta. En algún momento había grupos de granaderos que estaban enfrente de mi y por lo tanto no me podía ni mover, pero los de atrás creían que me seguía resistiendo y por lo tanto me seguían golpeando para que avanzara. Estaba yo en una suerte de sandwich entre dos toletes y escudos que lastimaban. El jefe de su división (él no golpeaba) se dio cuenta, les dijo que ya pararan de golpearme y me ofreció la mano.
Pero quizá lo que más me duele es el retroceso que estamos teniendo. Un gobierno que incumple las recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos del DF; un gobierno que hace todo a espaldas de los habitantes, que le entrega el espacio público y el dinero a tres empresas: Copri, OHL y Rioboó (algunas de ellas nunca han ganado una licitación y sólo tienen contrato por adjudicación directa); un gobierno que tiene que hacer maniobras militares al amparo de la noche aislando y golpeando a ciudadanos que no hacíamos otra cosa que disentir pacíficamente; un gobierno que pone los tiempos para evitar que un amparo detenga la obra; un gobierno que impone la fuerza antes que el diálogo, es un gobierno que no puede llamarse progresista, moderno o democrático.
En un momento me intentaron poner de pie. Opuse resistencia y volvieron al ataque con patadas en la espalda y testículos. En vilo entre 5 granaderos me levantaron sin dejarme de patear. Probablemente los golpes con mayor saña y desprecio que recibí era de los granaderos del sexo femenino. Quizá el entrenamiento a ellas involucre cosas más desagradables.
Finalmente me sacaron de la glorieta. En algún momento había grupos de granaderos que estaban enfrente de mi y por lo tanto no me podía ni mover, pero los de atrás creían que me seguía resistiendo y por lo tanto me seguían golpeando para que avanzara. Estaba yo en una suerte de sandwich entre dos toletes y escudos que lastimaban. El jefe de su división (él no golpeaba) se dio cuenta, les dijo que ya pararan de golpearme y me ofreció la mano.
Nos rodaron a 15 personas unos 300 granaderos y nos pusieron contra la barda entre Luis Cabrera y Asunción. Justo ahí hay una cámara de vigilancia del Gobierno del Distrito Federal. Ojalá haya filmado todo y podamos recuperar el video para que se demuestre el salvajismo de estos cuerpos de granaderos.
Buscamos a la Comisión de Derechos Humanos del DF, para que enviaran a algún observador, pero no llegó. Un poco de prensa llegó, pero aislada no podía ver nada.
Arrinconados por los granaderos y sin podernos mover estuvimos viendo como las empresas soldaban y sellaban la glorieta. El hecho de mantenernos ahí era para demostrarnos que sí lo podían hacer enfrente de nosotros.
Al mismo tiempo pusieron letreros que indican que van a mejorar la glorieta con ese segundo piso. Por un momento me sentí en un campo de concentración en donde el que tiene el poder busca humillar al desvalido.
Volví a mi casa por ahí de las 5 de la mañana para descubrir (gracias al internet) que mi celular estaba a dos cuadras de mi casa por donde estaban los camiones de granaderos. Bajé a decirles que sabía exactamente donde estaba, fue como hablarle a la pared, tuve que cancelarlo y buscar la forma de borrar todo gracias a la tecnología. No se si lo logré.
Cuando sellaron la glorieta y todo el camellón de Luis Cabrera eliminaron un carril de automóviles. Así, privatizan el espacio público para entregarlo a Copri, OHL y Rioboó.
Me duele todo el cuerpo. Un dedo de la mano izquierda lo tengo morado, la espalda raspada y golpeada, aún me siguen ardiendo los cabellos, las piernas y mis partes nobles están adoloridas. Pero sin disminuir la barbarie que realizaron sobre mi persona, me duele más La Glorieta.
Esa Glorieta de todos los contrerenses.
Una glorieta con más de 80 cipreses al cual iban a tomarse las fotos los novios en sus bodas y las quinceañeras (de ahí el nombre).
Eso ya no será más.
Perdimos barrio, perdimos identidad en la Magdalena Contreras, perdimos seguridad, y perdimos calidad de vida. ¿qué ganamos? golpes y humillaciones para que tres empresas se hagan más ricas a costa de la ciudadanía. Cualquier urbanista sabe que estas autovías de cuota no mejoran el tráfico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario