Sin duda el grupo autollamado de Unidad por decisión unánime de los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional y los Secretarios Generales de las 37 Secciones Sindicales del país que conforman la organización gremial cuyo origen es y ha sido la indefensión de los trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social, la clase trabajadora menos manipulable y más comprometida ha tomado la palabra para defender lo que ellos no han querido defender, Una evidencia nos ha impuesto el marco de discusión: como lo es la imposición y protección por parte del gobierno federal y STPS de lideres corruptos como lo ha sido EL DEL SNTSS, las garantías legales, imprescindibles en un Estado de Derecho, no han servido en el caso de las demandas interpuestas para hacer justicia sino para blindar a los corruptos. Nadie pone en duda que una justicia democrática debe ser garantista. Pero tampoco puede extrañarnos que salten las alarmas cuando la ley se coloca al servicio del delito y en contra de aquel que lo denuncia. ¿El fin justifica los medios? No, pero si nos olvidamos del verdadero fin de la justicia resultará fácil, como ha ocurrido en este caso, el derecho se convierta en un medio de los poderosos para ocultar sus desmanes, esa es la situación mexicana actual y en este caso el del SNTSS.
Mientras se criminaliza la pobreza, mientras se va hacia un procedimiento clasista en los nombramientos del poder judicial, mientras se olvidan las garantías de los más necesitados, la totalidad de las dependencias judiciales como lo son las JFCA que juegan contigo como el gato con el ratón, aplauden sentencias que juegan de manera decidida a favor del dinero y de las corrupciones políticas. Por ello NO QUIERAN IR VENDIENDOLE HUMO a la gente, ni engañar con idealismos que nunca se cumplirán, El sacrificio mayor es la falta de esperanza, la pérdida de derechos, los despidos masivos como lo sucedido con el SME, el deterioro de sus vidas cotidianas forman una telaraña espesa, una parálisis, más que un camino en dirección a la dignidad. El descrédito social de la política tiene como causa primera la falta de orgullo de la propia política, su incapacidad para dar respuesta a la agresión que los poderes financieros han desatado contra la soberanía civil y la democracia, siendo realistas, debido a las circunstancias que últimamente hemos y estamos padecido algunos.
No somos apocalípticos. Pero si les pedimos a la base trabajadora que no sean tontos que habrán los ojos, les queremos evitar duros sacrificios y conflictos personales, morales y familiares, conflictos abiertos a través de demandas laborales, que te dejen temblando PARA NO LLEGAR A NADA, QUE CAMBIAN TU VIDA POR COMPLETO” “En difícil papel se encuentra el sindicato”. “Los ojos no ven nada más que aquello que ven”. Si no ven bien, echen la vista hacia atrás, y vean lo que han hecho y lo que están haciendo”, Los listos y los puros del sindicato se precipitarán a recordarme nuestra sabiduría: de qué te sorprendes si tus propios compañeros lo aprobaron en mayoría, le dieron el voto incondicional en cada congreso, reclámales a ellos, qué te esperabas, las cosas están así. ¿Qué me esperaba? ¿Qué sigo esperando? Simplemente una versión decente de la democracia sindical y una mayoría dispuesta a defenderla. Es decir, un modo menos tramposo de entender la palabra ética y seriedad.
A la hora de analizar la realidad y de intervenir políticamente en ella es más importante la referencia del sentido común de las mayorías que la opinión de los iniciados. En los congresos los defensores del poder establecido desprecien en nombre de la seriedad cualquier interpretación que presente verdaderas alternativas. Siguen sintiéndose portavoces de la seriedad los que han degradado la vida de los trabajadores y ciudadanos con sus políticas neoliberales y luego la han rematado con sus presuntas soluciones. Así están las cosas.
Y las cosas están así porque el sentido común de la mayoría, por fatalidad, miedo o ignorancia cultivada, tiene la costumbre de confundir la palabra seriedad con los preceptos interesados de las élites dominantes. Alguien puede afirmar que si la gente cree en las recetas PALEATIVAS y las explicaciones de los poderosos es porque algo tendrán. Pero comprender la historia supone admitir que las mentalidades sociales han servido durante siglos para justificar los privilegios de dioses, supersticiones, tiranos, dueños de esclavos, señores feudales y reyes injustos. Supone también aceptar que las sociedades sólo han avanzado y se han hecho más justas cuando un nuevo sentido común ha justificado los momentos de rebeldía.
Es sin duda, la cara mas clara proveniente de uno de los sindicatos mas grandes de México, quien cumple hoy en día perfectamente la función de ilustrar hasta qué punto los intereses de unos cuantos han ido cribando hacia las capas mas bajas de la militancia sindical, dejando a su paso la reproducción de una imagen, en relieve o en hueco de lo que durante tantos años ha constituido la hoja de ruta ha seguir de uno de los grandes sindicatos mexicanos, es y será apoyar incondicionalmente la privatización del sector salud: la desmovilización ideológica del trabajador hasta situarlo desarmado por fin, en la tesitura de optar por la indefensión mas absoluta o la dejación total de sus intereses que ha quedado en manos de la estructura sindical.
El dilema, una y mil veces pospuesto y siempre adeudado a la clase trabajadora, se resiste a ser contestado: ¿Que es mas peligroso apoyar al candidato de unidad o simplemente, defenderse de una forma efectiva de agresiones como las que los trabajadores estamos padeciendo en los últimos tiempos, de ser así les recomiendo ir desde ahorita buscando un buen abogado que los asesore ? ¿El problema no son sólo estas agresiones, sino también lo son el silencio, y aún la complicidad, de quien se ha apropiado de la representatividad de la clase trabajadora?
Contestar a esta pregunta no deja de revestir cierto peligro; y sin embargo no sólo parece el sindicato estar incapacitados para garantizar esta defensa; sino que, las más de las veces, su actuación ha revelado una tácita complicidad con las mismas fuerzas que dicen combatir.
Cuando las bases de un sindicato desconocen el sindicalismo con los mismos argumentos que usan contra ella la patronal y el trabajador desmovilizado, se revela la verdadera naturaleza del problema, que no es otra que la lenta agonía, el suicidio que el sindicalismo de salón se está practicando a sí mismo. Un ridículo harakiri que al final solo habrá de pagar el trabajador.
La necesidad de organizarse en torno a nuevos modelos menos corruptibles y difusos que eviten verse un día convertidos en esto, se convierte en una obligación inaplazable.
Un ex trabajador IMSS menos manipulable y más comprometido ha tomado la palabra para que abras los ojos, si no quieren o saben defender tus derechos, no votes por ellos, busca otra alternativa.
Atte: Gerardo Rafael Flores hernandez
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